Recomendación: Dibujos de niños uruguayos 1945-1955



Esta muestra recorre una selección de dibujos realizados por niños y niñas de escuelas públicas uruguayas entre estos años dentro del programa Enseñanza por el Arte que crearon la maestras Bell Clavelli y Mercedes Antelo en el 78 aniversario del comienzo de sus carreras (1936). Se incluye una entrevista a las docentes realizada por el Prof. Salomón Azar del Taller Barradas.  La exposición se compone de otros dibujos que los exhibidos en el pasado (agosto de 2006) además de los calendarios originales de los años 40 y 50.

Del miércoles 12 de febereo hasta el sábado 12 de abril de 2014 en Centro Cultural de España (CCE) Rincón 629, Ciudad Vieja, Montevideo. Esta exposición iniciará posteriormente una gira por el interior del Uruguay. Inauguración: 12 de febrero a las 19 hs.
Agradecemos el trabajo de investigación y difusión de Enrique Mrak, Director de Acción Cultural del CCE.



La eterna niñez del dibujo*


Habitualmente se considera que los sistemas de representación visual y plástica de los que se vale un artista adulto forman parte de ciertas demandas simbólicas de la sociedad  -o de un grupo social en concreto- en un contexto histórico determinado. La producción artística se inscribe en una matriz discursiva en donde los distintos sentidos de su práctica (éticos, políticos, estéticos, ideológicos, entre otros) encuentran cabida y razón de ser. El artista adulto está “comprometido” con su creación, en el sentido de que su hacer está gobernado por el acto volitivo y no por un impulso inmediato y puramente espontáneo. Por otra parte, la expresión de los niños, de los locos y de los mal llamados “primitivos”, suele considerarse fuera de este marco de análisis. En ellos, el hacer artístico se imagina ligado a procesos creativos impulsivos y fundamentalmente emocionales, y cuyos resultados serían “ingenuos” en el modo que abordan los problemas de la representación y sus implicancias ideológicas.1
Manifestaciones de “infantilismo” en la persona adulta -fuera del campo del arte y sus lenguajes disruptivos-, son vistas, por esa misma razón, como una huída o una regresión hacia un mundo “interior” respecto a las responsabilidades del mundo “exterior”: resistencia del sujeto a asumir sus privilegios y sus obligaciones como adulto.2
Dicho todo esto, se plantea la cuestión de si la actividad creativa infantil amerita una “lectura” histórica. ¿Constituye este espectacular conjunto de dibujos 3 fruto del “despertar” creativo de los niños guiados por un método de enseñanza novedoso? ¿En qué medida el contexto en el que surgen (Montevideo entre los años 1945-1955) se infiltra positivamente en una forma de “pensarse” como individuos frente a la creación y, por ende, habilita un abordaje “historicista” de su práctica?

Maestras pioneras

María Mercedes Antelo y Bell Clavelli descubrieron que la ‘expresión plástica’ era un modo distinto, innovador y casi revolucionario de hacer que los niños y niñas supieran que otro mundo era posible. La intelectualidad de la época las va a ‘adoptar’ como pioneras de una nueva forma de enseñar que marcó a fuego a varias generaciones de escolares montevideanos. La experiencia traspasó las fronteras llegando a Argentina y Chile, en una primera instancia, y luego como comienzo de los programas de la UNESCO a nivel internacional.” 4

La experiencia de las maestras Antelo y Clavelli (a la que se sumarán también otros docentes como María Celia “Quela” Rovira)5 brinda una ocasión singular para pensar la creación infantil desde una perspectiva diferente. Su proyecto conoció el interés y el apoyo de personalidades de la cultura, entre los que se destacan el crítico de arte argentino Jorge Romero Brest, el pintor José Cúneo y los poetas Emilio Oribe y Juana de Ibarbourou. Su programa generó expectativas y resultados concretos: entre sus alumnos se encuentran algunos que en el futuro sería reconocidos artistas y arquitectos como José Gamarra, Jorge Carrozino y Mario Spallanzani. Este último, arquitecto, asegura que “a todos nos aportó una valoración de lo estético en la vida y una postura ante la misma imposible de olvidar”. Importa este testimonio por lo que aporta de sustantivo: no se trataba solamente de un poryecto de clase sino que exigía una valoración estética mayor. Esta valoración debió marchar en paralelo con un modelo de exigencia en el compromiso del niño. Al observar estos dibujos llama la atención la meticulosidad con que fueron realizados: una aplicación ensimismada los recorre parejamente, un empeño que parece querer agotar la superficie de la hoja. Es evidente que nacen de “salidas” con los niños, es decir, que se inician con un trabajo de observación del “natural” y “al aire libre”. Pero la creación no se limita a una operación meramente descriptiva, incluso cuando, aún hoy, se puede reconocer la arquitectura o la topografía de ciertos barrios y sitios emblemáticos de la ciudad. Las soluciones formales que encuentran para integrar los aspectos y facetas imaginarias a un entorno “real” resultan tan acusadas como diverso es su sentido del espacio (siempre sorprendente en niños de esta edad).

Facilidades y precauciones 


A los 9 y 10 años, los niños conocen el punto de mayor libertad en su fuerza creadora: no poseen grandes obstáculos motrices o técnicos que les impidan desarrollar con detalle sus preocupaciones plásticas, y su inventiva no ha sido domeñada aún por las mala praxis educativa conque solían instigarlos en la enseñanza secundaria: el dibujo técnico, la copia de modelos de yeso, los abrumadores ejercicios de proyecciones y perspectivas. La facilidad con que los niños de esta edad y aún mas pequeños (cuando están concentrados y alegres en su tarea) obtienen resultados satisfactorios en sus dibujos, ha llevado a la idea de que no ameritan ser corregidos o guiados en su empeño. No ha sido, seguramente, el caso de esta selección. La preocupación por el seguimiento de los trabajos está marcada por un igual cuidado en la elección de los soportes y el empleo de útiles gráficos y pictóricos de primera calidad. Gracias a esta previsión los dibujos y pinturas se puedan apreciar al día de hoy con la misma frescura de hace 50 años. El contraste entre el tiempo histórico transcurrido –la vestimenta, los transportes, las viejas edificaciones que ya no están- y la lozanía de la composición, la alegría descomunal del color opulentamente utilizado, agrega un valor de disfrute a su contemplación. Después de esta exposición cada cual sabrá qué lugar ocupa en un eterno dilema. El mundo se divide en dos, lo que disfrutan de los dibujos infantiles y los que no.

*Pablo Thiago Rocca.Nota publicada en Brecha el 22 de setiembre de 2006.


1)     El tema fue tratado en la época por educadores como Jacques Depoully. Enfants et primitifs, Delachaux & Niestlé. 1954.
2)     Juan Eduardo Cirlot desarrolla una hipótesis sobre la influencia del “infantilismo” en el Surrealismo y otras vanguardias del siglo XX. Jung dio cuenta de cierats analogías entre el pensamiento mítico y el infantil: “Sin embargo, detrás de la firmación según la cual el mito habría surgido de la vida psíquica ‘infantil’ del pueblo, tenmos que  poner un gran signo de interrogación. Porque el mito es , por el contario, el producto más adulto que ha dado la humanidad primitiva.” Citado por Depoully.
3)     Dibujos de niños uruguayos 1945-1955”, Centro Cultural España. Rincón 629.
4)     Fragmento del texto de Enrique Mrak, curador de la muestra.
5)     Sonia Bandrymer y Raquel Pontet “Aportes desde la microhistoria: El grupo del Centro de Estudios de Ciencias Naturales y las Maestras Pintoras”, en el catálogo de Imaginarios Prehispánicos en el Arte Uruguayo: 1870-1970, exposición en el MAPI, Montevideo, 2006.

Annie Namer: Postales del paraíso



Annie Namer posee un rostro jovial, con una sonrisa siempre pronta. Nació en Budapest en 1930 pero el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial la empujó a nuevas tierras. Luego de radicarse en París durante tres años, emigró con la familia a Uruguay. La vida le fue dando un camino y seguramente no le escatimó penas, pero Annie prefiere no hablar de su vida personal. Ella guarda una fuerza interior que ilumina sus cuadros. Ya era mayor cuando comenzó a dedicarse a la pintura. Al principio asistió a las clases de Edgardo Ribeiro, cuyo sistema riguroso de enseñanza le incomodaba, pese a reconocer que era un buen maestro. Annie debía encontrar su propio registro, escuchar su propia voz. “Todo se dio junto: el club, AUPI (Asociación Uruguaya de Protección a la infancia), la pintura y mis tortas.” 1 Cecilia Brugnini, gran artista y amiga, la alentó a que profundizada en su forma diáfana de pintar.2  

Los cuadros de Namer poseen una autenticidad fuera de discusión y una llamativa unidad compositiva. Tienen el encanto de una postal navideña, cuando es recibida por un niño. Si le preguntan por qué o para qué pinta responde que quiere que el mundo sea feliz: “Lo disfruto, es una manera de decir sin palabras. La vida no sólo son los horrores que muestran en las noticias”. Pinta con óleo-pastel motivos idílicos, escenas campestres, casamientos, parejas, niños jugando, paisajes de una paz radiante y completa, que se expande hacia los extremos del cuadro y lo colma: un mundo que desconoce la violencia, la perturbación, el dolor. 

Los grandes planos cromáticos, erizados con formas florales y manchas encendidas, poseen una extraña simplicidad. Especialmente sus nocturnos y atardeceres, desolados paisajes de enamorados que, vistos por partes parecerían tender hacia una abstracción puntillista o hacia la disolución divina. “Mis cuadros son como bordados”, confiesa y tiene razón. Hay algo verdaderamente innato en su forma de crear, espontáneo y libre de culpas. Una forma de la inocencia. Lo cual no implica necesariamente ingenuidad, ni falta de conocimientos. Cuando le interrogué sobre cuánto tiempo le llevaba pintar un cuadro, me respondió con un gesto de picardía y una cita de Braque: “El cuadro está completo cuando se acaba la idea”. 

Obras suyas están presentes en colecciones privadas de Alemania, Argentina, Bélgica, Canadá, Colombia, Chile, Ecuador, España, USA, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Líbano, México, Nueva Zelanda, Perú, Portugal, Uruguay y Venezuela. El Musee d’art naïf Max Fourny de París, posee cinco obras. La última exposición individual la realizó en 2012 en la sala Figari del Ministerio de Relaciones Exteriores

En setiembre de 2014 sus obras participarán de la muestra Arte Naïf en Uruguay que se llevará a cabo en  Fundación Unión, Montevideo, en el marco del Proyecto Otro Arte en Uruguay.

1. Las citas de Annie Namer corresponden a una entrevista realizada en su casa el 13 de enero de 2014.
2. Queremos agradecer especialmente a Cecilia Brugnini la posibilidad de conocer la obra y la persona de A. Namer.